miércoles, 13 de enero de 2010

El rugido de Manhattan.


Nueva York, 29 de diciembre de 2009. Son aproximadamente las 7:45 de la tarde. Tras recoger las maletas y sortear algún que otro problemilla en la aduana del aeropuerto (ya os lo contare en otro momento) nos dirigimos a la limusina guiados por Lee, nuestro chofer, un afroamericano de dos metros con un cierto parecido entre Wesly Snipes y Chris Tucker (El detective negro de la saga “Hora Punta”)
En medio del aparcamiento, solitario, un Lincoln blanco del 79( por lo menos); tras ayudar a Lee con las maletas nos metemos todos de cabeza en el coche. El frío es espantoso, 8 grados bajo cero. A más de uno se le ha ocurrido la genial idea de sacar la cabeza por el techo solar y saludar en plan Richard Gere en “Pretty Woman”, pero la "agradable temperatura" de fuera y la idea de que los mocos se te pegaran en la cara como estalactitas, ha hecho añicos esa fantástica imagen.Todas las ventanas están empañadas y no nos queda otra que apiñarnos los seis en la ventanilla que conecta con el chofer para poder mirar por el parabrisas delantero.
La imagen es espectacular, estamos atravesando uno de los magníficos puentes que conectan Queens con Manhattan y al fondo se elevan en la oscuridad de la noche los impresionantes rascacielos iluminados que tantas veces habíamos visto en la gran pantalla. Entre ellos destaca el Edificio Christler con esa cúpula tan característica de la que salen múltiples aces de luz blanca. Los rascacielos son más espectaculares en vivo y en directo si cabe y da cierto vértigo mirar hacia arriba. Las calles están inundadas de taxis amarillos y el típico humo que sale de las alcantarillas las dota de un cierto toque nostálgico.

La limusina se para en el 234 de la 52nd street. Hemos llegado a nuestro apartamento. Esta será nuestra casa durante una semana y una dirección que recordaré con cariño. La calle está desierta y mientras observo como se aleja la limusina, hay una cosa que me llama la atención: es el sonido del ambiente, una mezcla entre coches, motor de calefacciones, sirenas de policía, el va y ven de la gente, el metro...ahora si que estamos en Manhattan y esto no es más que su rugido característico.

martes, 8 de diciembre de 2009

Casa Batlló. Una de las joyas arquitectónicas de Barcelona



La semana pasada estuve en Barcelona y la casa Batlló era una de los atractivos turísticos de la ciudad condal que no conocía todavía.
Aunque la entrada es carísima (16,50 euros por persona) la experiencia merece la pena. El precio incluye un audio guía que te va explicando la historia y el porqué de esta hermosa creación de Gaudí y la visita al el piso principal, el patio de luces y la azotea.

Aquí tenéis algunos datos de interés:

“Se trata de una remodelación integral de un edificio previamente existente en el solar, obra de Emili Sala Cortés. Está situado en el número 43 del Paseo de Gracia de Barcelona, la ancha avenida que atraviesa el barrio modernista del Ensanche (Eixample), en la llamada Manzana de la discordia, porque alberga además de este edificio otras obras de arquitectos modernistas: la casa Amatller, que colinda con la de Gaudí, obra de Josep Puig i Cadafalch; la Casa Lleó Morera, obra de Lluís Domènech i Montaner; y la Casa Miralles, de Enric Sagnier i Villavecchia. La construcción se realizó entre los años 1904 y 1906”


El edificio en sí parece estar inspirado en la naturaleza, los techos ondulados simulando el movimiento del mar y las paredes con escamas pintadas a mano son un claro ejemplo de ello entre otros muchos detalles.

El piso principal es una verdadera maravilla, no encontrareis ninguna pared lisa en toda la casa. Las impresionantes vidrieras coloristas con una vista panorámica al Paseo de Gracia de la estancia principal y los enigmáticos bultos en el techo la habitación que da al patio son dos de las habitaciones que más me llamaron la atención.

Pero dónde más disfruté fue en la azotea. Unas preciosas vistas de Barcelona al atardecer y los coloridos mosaicos de las chimeneas dieron mucho juego para hacer una buena sesión de fotos.

Os recomiendo la visita a este gran monumento del arte moderno catalán, toda una explosión de color y formas que evocan un mundo mágico y fantástico. No os lo podéis perder.

domingo, 22 de noviembre de 2009

El Cementerio Judio de Praga. Visita imprescindible.


El Antiguo Cementerio Judío de Praga es un lugar sobrecogedor que tiene su propia historia. Situado en Josefov, fue durante más de 300 años el único lugar donde estaba permitido enterrar a los judíos en Praga.

Un lugar donde el tiempo no ha pasado.
El cementerio judío se creó en 1439 (así data la primera lápida de Avigdor Karo) y, aunque fue creciendo a lo largo de los años, no se extendió todo lo debido y actualmente se puede apreciar todo su carácter intacto.



Debido a la falta de espacio los cuerpos se enterraban unos encima de otros (llegando a más de 10 apilados). A día de hoy se pueden ver más de 12.000 lápidas y se estima que puede haber enterradas unas 100.000 personas.

No esperes colas
Como recomendación, si hay cola en el cementerio, podéis comprar la entrada en cualquiera de las sinagogas judías y luego volver y acceder directamente. La entrada es combinada y es valida para ambos lugares.

Imprescindible
La visita al Cementerio Judío de Praga no podemos calificarla de otra forma que no sea imprescindible. Para mi es el lugar más impactante de la ciudad y representa parte de su historia.